Jurado popular

Crimen de Sevilla Este: la Fiscalía acusa a un hombre y una mujer de asesinar a la víctima y robarle dinero

V.A.M. (en primer plano), M.J.N.M. (unos metros atrás) y F.J.S.C. salen esposados de los juzgados, ayer.

V.A.M. (en primer plano), M.J.N.M. (unos metros atrás) y F.J.S.C. salen esposados de los juzgados, ayer. / D.S.

El primer crimen de 2024 en Sevilla está ya más cerca de su resolución. Se trata de la muerte violenta de Emilio F.B., alias el Yiyi, un hombre de 37 años y con antecedentes penales cuyo cadáver apareció el 18 de febrero en un sendero de Sevilla Este próximo al descampado donde cada domingo, como aquel día, se celebra el mercadillo de Alcosa. El presunto autor fue detenido tres días más tarde, pero la Policía Nacional prosiguió con sus pesquisas y la conclusión de la investigación es que hubo otros dos implicados, una mujer y un varón, y que el trasfondo fue el robo de algo más de 1.000 euros a la víctima. Los tres serán juzgados por un jurado popular y desde ayer ya saben qué delitos se les imputa.

Los investigados, que están en prisión provisional, dejaron ayer sus celdas por unas horas y acudieron al Juzgado de Instrucción número 8 de Sevilla para asistir a la comparecencia prevista en la Ley del Jurado y conocer la calificación de los hechos según las partes personadas. Los principales encausados son M.J.N.M., un ciudadano español de 57 años también con antecedentes, y V.A.M., una mujer de unos 40 años. La Fiscalía y la familia del fallecido entienden que el primero fue el autor material del asesinato y la segunda, la cooperadora necesaria (su actuación fue imprescindible para que el otro perpetrase el delito). También les atribuye un robo con violencia, tenencia ilícita de arma y un cuarto delito de falsedad en documento público (por alterar el número de la matrícula del coche donde ocurrió todo).

De acuerdo con la investigación, M.J.N.M. y V.A.M. se acercaron en ese vehículo al domicilio de la víctima. El hombre conducía y la mujer llamó al Yiyi para que bajase. Este se montó en el asiento del copiloto y ella se quedó sentada detrás del conductor. Entonces, M.J.N.M. supuestamente fingió que el coche sufría algún problema, se bajó y rodeó el turismo hasta colocarse detrás de la víctima. Acto seguido le disparó por detrás con una pistola que en teoría le había entregado el tercer investigado, F.J.S.C., a quien el Ministerio Público sólo acusa de tenencia ilícita de arma. La familia del Yiyi, en cambio, también lo ve como corresponsable del asesinato.

Después, siempre según los investigadores, dejaron el cadáver en el lugar donde fue hallado, unos metros más adelante de donde se cometió el crimen, en el entorno de las calles Profesor Manuel Olivencia y Capellán Leonardo del Castillo.

Cuando los tres investigados llegaron ayer al Prado de San Sebastián, sobre las 11 de la mañana, los aguardaba un buen número de familiares y allegados de la víctima. Fue tanta la tensión que la Policía reforzó su presencia en los aledaños del Palacio de Justicia con más de una docena de agentes, aunque la autoridad obviamente no pudo evitar que lloviesen los insultos sobre los detenidos, en especial contra M.J.N.M., al que conocen como el Cojo, y a la mujer, a la que tildan de inductora del crimen.

Los gritos se recrudecieron cuando, desde unos 50 metros de distancia, vieron cómo los arrestados cruzaban los metros que separan la Audiencia de Sevilla del edificio de los juzgados de Instrucción. La vista se celebró en la tercera planta y duró algo menos de media hora. Fue en ese acto en el que la Fiscalía comunicó a los investigados qué delitos les imputa. En los casos de M.J.N.M. y V.A.M., el asesinato es el del artículo 139 del Código Penal, que contempla penas de quince a veinticinco años de cárcel para “el que matare a otro”, con aplicación de los puntos 1º (”con alevosía”) y 4º (“para facilitar la comisión de otro delito”). Ese otro delito es el robo con violencia. Y aunque todavía no hay peticiones concretas de cárcel, sólo el de asesinato con esas agravantes se castiga como mínimo con veinte años.

Cuando salieron del viejo edificio y cruzaron la explanada de nuevo en dirección a los calabozos de la Audiencia, los familiares de la víctima volvieron a increparlos con insultos de todo tipo que en especial iban dirigidos a la mujer. El numeroso grupo se distribuyó en dos, uno cerca de la puerta principal y otro junto al juzgado de guardia, pero sendos cordones policiales evitaron que la crispación se tradujese en incidentes. Poco antes, durante un primer traslado desde el Palacio de Justicia al edificio vecino, algunas de estas personas habían intentado alcanzar físicamente a los investigados pero no lo consiguieron. Poco después, cuando los tres abandonaron por fin la sede judicial de vuelta a la cárcel, se oyeron los últimos insultos y ya no ocurrió nada más.

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