La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

A la búsqueda del caracol más sabroso

Dice el tango canastero: “Qué ganas tengo que llegue el mes de los caracoles pa yo comprarle a mi niña unas botas de botones”. Eso lo bordaba Antonio Mairena y, bueno, pues ya está aquí el mes de esos gasterópodos que hacen las delicias del personal y que en esta Sevilla es manjar muy requerido, pero qué hambre tendría el primer hombre que se comió un baboso así. Ahora, ese caracol o cabrilla especiada es motivo de excursiones urbanas de una punta a otra de la ciudad. Antaño, en la Puerta Real había un santuario dedicado a este molusco, era el Quitapesares y en el que se forjó un camarero tan de leyenda como Pepe Peregil. No hay un complemento para la cerveza como el caracol bien especiado, pero convengamos en que hay que ver qué hambre arrastraría el primero que vio comestible a un caracol.

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