Calle Rioja

Francisco Correal

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Un romano y una napolitana por el Guadalquivir

Homenaje. Después de presentarlo en Roma y Nápoles, Paola Setaro y Marco Rinaldi trajeron a Sevilla ‘Suite Andalusa’, un viaje fotográfico por el Guadalquivir que es un tributo a Atín Aya

Paola Setaro y Marco Rinaldi, en los jardines de la Biblioteca Infanta Elena.

Paola Setaro y Marco Rinaldi, en los jardines de la Biblioteca Infanta Elena. / Juan Carlos Muñoz

Después de presentarlo en Roma y en Nápoles, Marco Rinaldi (Roma, 1960) y Paola Setaro (Nápoles, 1979) han pasado por Sevilla con su libro ‘Suite Andalusa’, una visión insólita, despoblada y llena de vida, de las marismas del Guadalquivir y rincones insólitos que aparecen en el recorrido fluvial del Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla. Casi el mundo de Villalón.

Nápoles fue española y Sevilla sigue siendo romana, la Nova Roma del libro de Vicente Lleó Cañal. Dos visiones distintas, dos disciplinas complementarias, el estudio histórico-artístico del siglo XVII en el caso de Paola Setaro, el arte contemporáneo en el de Marco Rinaldi. El libro lo presentaron en la Biblioteca Infanta Elena, el edificio de Cruz y Ortiz erigido entre los pabellones del Perú y de Estados Unidos de la Exposición de 1929. Una biblioteca que lleva el nombre de una de las hijas del rey emérito, romano de nacimiento. Todo encaja.

El padrino de este libro es el fotógrafo Atín Aya (1955-2007), cuya incursión durante una década de trabajo en las marismas del Guadalquivir le dio un material impresionante, un fotógrafo convertido en antropólogo como Malinowski o Pitt-Rivers. Unas fotos que fueron el detonante sutil de la película ‘La Isla Mínima’, de Alberto Rodríguez, con guión de Rafael Cobos y producción de Gervasio Iglesias.

El formato del libro convierte las fotografías en postales. Fotos sin gente (con la única excepción de una imagen de ocho remeros con timonel sobre aguas del Guadalquivir), sin textos, con la salvedad del prólogo de Silvia Bordini. Y el mensaje final, unas palabras que uno lee como tributo a Atín Aya: Isla Mínima del Guadalquivir. Paola Setaro ha hecho incursiones en la cultura española: un trabajo sobre Francisco de Benavides, virrey de Cerdeña, Sicilia y Nápoles que coordinó Francisco Ollero, catedrático de Historia del Arte en la Universidad Pablo de Olavide, que participó en la presentación junto a Pablo Cousinou, fotógrafo, profesor en el Néstor Almendros de Tomares y estudioso de la obra de Atín Aya, y este cronista que tuvo el privilegio de trabajar con Atín en los comienzos de Diario 16 Andalucía, desde 1982, el año que Italia ganó el Mundial de España con los goles de Paolo Rossi y los saltos de Sandro Pertini.

El otro acercamiento de Paola Setaro a la cultura española fue una investigación muy curiosa que le llevó a estudiar la obra de Zurbarán en un contexto inédito: el interés del franquismo por potenciar la atención al Siglo de Oro para minimizar la potencia del emergente arte contemporáneo. Descubrió que todo arte bueno es vanguardia. En esas pesquisas, esta profesora napolitana descubrió la figura de María Luisa Caturla, una estudiosa de la obra de Zurbarán que formó parte del círculo de allegados a Ortega y Gasset.

Tres siglos separan los ámbitos de estudio del siglo XVII de Paola Setaro y el siglo XX de Marco Rinaldi. La fotografía, el Guadalquivir los ha unido. No hay nadie en las fotos, pero siempre parece que alguien está a punto de llegar, como en una película de Sam Peckinpah o un relato de Barry Gifford. La mirada de Atín se percibe en las sombras, las haciendas, los chuchos y hasta el aliento del aire. Este libro es “un objeto híbrido e intrigante”, en palabras de Silvia Bordini. Lo ha editado Seipersei, firma de Siena. El libro se presentó el lunes 29 de abril, festividad de Santa Catalina de Siena. Todo sigue encajando. Un paisaje de canales, arrozales y marismas en riesgo de desertificación.

El romano y la napolitana nos esperaban en El 29, el nuevo establecimiento de lo que fue Pabellón de Información de la Exposición del 29 y durante muchos años La Raza en guiño al poema de Rubén Darío. Recordamos que Maradona, icono de Nápoles reivindicado en la película de Paolo Sorrentino, jugó en el Sevilla. Y que por aquí pasaron cineastas como Bernardo Bertolucci, que participó en las primeras ediciones del festival de cine, o Michelangelo Antonioni, refugiado en una habitación del hotel Alfonso XIII -su suite ‘andalusa’- mientras acababa de ver por televisión un Madrid-Barcelona. Un cineasta muy vinculado con la fotografía, la gran protagonista de su película ‘Blow Up’, basada en el relato de Julio Cortázar ‘Las babas del diablo’.

El libro consta de una parte urbana y otra rural con tres elementos: agua, cielo y tierra. El agua del Guadalquivir, el gran señor de Andalucía del poema de Góngora; el cielo de las aves que siguen su curso para anidar en Doñana; la tierra de ese profundo abismo que tradicionalmente separó a terratenientes y a jornaleros. Geometría, geografía y geología en unas paletas fotográficas que tienen color cielo, color agua y color tierra. Hay dos cruces y una Madonna en las imágenes. El lector es libre de interpretar las fotografías y de ponerles su propio pie de foto. Una suite al aire libre de dos académicos que no son fotógrafos de profesión; que crecieron en el país que popularizó el neorrealismo italiano y captan sombras propias del expresionismo alemán, ladrones de bicicletas con tractores de Murnau. Rinaldi es profesor de Historia del Arte y del Diseño en la Academia de Bellas Artes de Roma. Setaro, doctora en Historia del Arte. Ya hicieron juntos el libro fotográfico ‘Atlántico. Fragmentos de un sentimiento oceánico’.

Recordamos la presencia hace cuatro décadas de Italo Calvino, participando con Borges y Torrente Ballester en una Semana de Literatura Fantástica la misma semana que un toro cogió mortalmente a Paquirri en la plaza de toros de Pozoblanco. Atín Aya fotografió la mirada de Borges y viajamos juntos hasta Córdoba, al hospital donde falleció el diestro de Barbate. Se habló de otro italiano, Carlo Levi, autor de ‘Cristo se paró en Éboli’, la película que llevó al cine Francesco Rosi. Un autor que aparece en el catálogo de médicos escritores del libro de Ismael Yebra y Francisco Gallardo.

Nápoles. Roma. Sevilla. El de Florencia es el primero de los tres puentes que aparece en el libro ‘Los puentes de Europa’ de Antonio Cascales. Esa ciudad que a Ramón Carande le parecía tan dual como Sevilla. A don Ramón le gustarían estas fotos de los campos ribereños del Guadalquivir. Le trasladarían a su Capela crepuscular, en la extremeña Almendral, donde encontró su Yuste particular. Marco Rinaldi viajó en el tiempo desde la Córdoba árabe a Trebujena, la localidad cuyas puestas de sol impresionaron a Spielberg, hasta el punto de que la eligió para ambientar el Shangai de su película ‘El imperio del sol’, basada en la novela de J.G. Ballard.

Dos italianos por el río. Entre Córdoba, “árabe, intimista, con destellos de cielo y agua y geometrías coloristas en un laberinto urbano”, y Sevilla, “una majestuosidad que hay que evitar para buscar indicios de poesía en un muro de colores”.

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